Mucha gente piensa que no se debe tomar alcohol cuando estás en tratamiento con antibióticos porque el alcohol hace que el antibiótico no sea eficaz. ¿Qué hay de verdad en esta afirmación?

Pues hay una verdad a medias. La gran mayoría de los medicamentos (incluidos los antibióticos) necesitan pasar por el hígado para posteriormente ser eliminados. En su paso por el hígado, unas moléculas llamadas “citocromo P450” transforman a los medicamentos para que puedan ser eliminados por la orina.

Si estas moléculas “citocromo P450” actúan más rápido de la cuenta, el medicamento será eliminado antes de que pueda ejercer su efecto, disminuyendo su eficacia. Por el contrario, si actúan más lentamente de lo normal, el medicamento se acumulará y producirá efectos tóxicos.

¡Y resulta que el alcohol actúa sobre el citocromo P450! Pero su efecto depende del tipo de ingesta de alcohol. Es decir, si la ingesta es aguda (ocasional), el alcohol inhibe al citocromo haciendo que actúe más lento. Si la ingesta es crónica (consumo habitual continuo), el alcohol induce (activa) al citocromo haciendo que actúe más rápido.

Conclusión: una ingesta aguda de alcohol aumenta la toxicidad de los medicamentos y una ingesta crónica disminuye su eficacia.

Por tanto, la frase “el alcohol hace que el antibiótico no sea eficaz” es cierta en personas con consumo crónico de alcohol. Pero no es cierta si el consumo de alcohol es agudo ya que en estos casos aumenta la toxicidad del antibiótico.

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